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domingo, 29 de marzo de 2009

Muerte de un poeta

El 28 de marzo de 1942 moría en Alicante el gran poeta oriolano Miguel Hernández. Murió a las 5:32 de la madrugada en la carcel de Alicante, debido a una bronquitis que fue seguida por tifus y finalmente se complicó con tuberculosis. Tuvo amigos que intercedieron por él para evitarle la cárcel primero y la pena de muerte después. Entre ellos Pablo Neruda, que luchó y logró sacarlo de la cárcel de Madrid. Se dice que tras su muerte fue imposible cerrarle los ojos, lo que motivó que su también amigo, Vicente Aleixandre, le dedicara un poema a este hecho.

La vida y muerte de este genial autor, así como su obra, han sido motivo de homenajes, canciones, una universidad que lleva su nombre, un recorrido de senderismo, biografías, asociaciones y sobre todo el reconocimiento universal que le convierte en uno de los poetas más representativos de la generación del 27, que no del 36. La lectura de sus poemas contenidos en sus obras, como Perito en Lunas, Viento del Pueblo y, sobre todo, El Rayo que no cesa confieren una musicalidad en sus rimas que para sí quisieran muchos letristas.

Como "viejijoven" que soy, uno de mis primeros acercamientos a la poesía y a la literatura fue a través de la música. El elepé que Joan Manuel Serrat le dedicó a la figura de Miguel Hernández en 1972, se convirtió en uno de los discos que más escuché en mi infancia (gracias papás). En realidad no era ese disco en concreto, sino un elepé que este autor editó en 1981 y que se titulaba álbum de oro que contenía un disco llamado Mis Poetas, en el que se podían escuchar las versiones musicadas de Nanas de la Cebolla, El Niño Yuntero, Llegó con tres heridas, Para la libertad y la insuperable obra maestra de mi querido y admirado Miguel Hernández, Elegía.

Creo que nunca se ha creado ni se creará un canto más sentido y bello que el que Miguel Hernández plasmó en este poema dedicado a la muerte de un amigo, Ramón Sijé. Si alguien después de mi muerte creara un poema tan genial, mi vida ya habría merecido la pena. Lo triste es que nadie escribirá un poema tan certero sobre lo que la muerte de Miguel Hernández ha significado tanto para la literatura como para la humanidad.

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